Con frecuencia, en las consultas de traumatología, nuestros pacientes aquejan dolor de hombro, asociado a pérdida de movilidad activa y fuerza. Tras la anamnesis, la inspección y la exploración habituales, junto con la realización de algunas pruebas complementarias, llegamos a un diagnóstico de presunción en el que las lesiones de los tendones del manguito rotador son las protagonistas.
A la vista de la patología a la que nos enfrentamos y de cara a aplicar el tratamiento más adecuado a los sufridos pacientes, nos dedicamos en cuerpo y alma a ponerle apellidos a nuestro diagnóstico. Cuantos más apellidos le pongamos, más posibilidades de acertar en nuestro planteamiento terapéutico. Apellidos como espesor parcial o total, rotura parcial o completa, afectación de uno o más tendones y cuáles, grado de retracción de la rotura, extensión del defecto, tamaño, grosor y calidad del muñón tendinoso, volumen, calidad y degeneración grasa de la masa muscular del tendón lesionado, elevación estática de la cabeza humeral y el valor del ángulo crítico del hombro en radiografía. Tenerlos en cuenta a todos ellos y seguro que algunos más es fundamental para establecer la pauta más adecuada de manejo.
Esta tipología de lesión con sus apellidos, asociada a las circunstancias individuales de cada paciente, como son la edad, los antecedentes patológicos como diabetes, estados de inmunodepresión, hipertensión o hipercolesterolemia, los hábitos tóxicos como el alcohol y el tabaco, los antecedentes de rotura tendinosa previa y cirugía, fracturas, artrosis, rigidez articular, el tiempo de evolución de la lesión, etc., nos llevan a establecer, en algunas ocasiones, el diagnóstico de rotura irreparable del manguito rotador.
Otros apellidos, estos reales e ilustres, como Cofield, Gerber o Nobuhara, nos ayudaron, a los traumatólogos, a expresarnos de forma parecida a la hora de definir las roturas masivas del manguito rotador, y Hamada, Goutallier, Fuchs, Patte, Sugaya y muchos otros lo hicieron para el término de roturas irreparables. Sirva este humilde monográfico también como homenaje a todos ellos y a los que son y no están aquí nombrados.
Una vez establecido el diagnóstico de rotura irreparable del manguito rotador, en función de los “apellidos” antes comentados, nuestros esfuerzos se centrarán en devolverle al paciente, en la medida en que se pueda, su calidad de vida, minimizando el dolor que aqueja y recuperando la función y la fuerza de su hombro lesionado de una forma notable. Para ello, disponemos de un arsenal terapéutico que hay que conocer bien y manejar con acierto. Algunos tratamientos más conservadores, como los que interesan a la modificación del género de vida, la medicación, la fisioterapia y las técnicas miniinvasivas de control del dolor, pueden utilizarse de forma aislada, combinada o asociada a la cirugía para obtener un buen resultado en nuestros pacientes. Con frecuencia la cirugía, habitualmente artroscópica, será necesaria para mejorar el estado de los lesionados. Dada la irreparabilidad de la lesión del manguito rotador, el objetivo de nuestra cirugía, nunca curativo sino paliativo, puede ser tan simple como el desbridamiento lesional, la tenotomía del bíceps, la bursectomía y la acromioplastia, algo más compleja como la reparación parcial, la interposición de espaciadores o la reconstrucción de la cápsula superior, o todavía más compleja y encaminada a la motorización del hombro, como las transferencias musculotendinosas o finalmente la opción de la artroplastia inversa.
En este número monográfico de la Revista Española de Artroscopia y Cirugía Articular, se describen, de forma ordenada y clara, las pautas para el diagnóstico de las lesiones irreparables del manguito rotador, así como todas las posibilidades de tratamiento quirúrgico y no quirúrgico, para que el lector de nuestra revista, de la mano de unos jóvenes y magníficos autores, todos ellos profesionales de la cirugía del hombro de nuestro país, pueda disfrutar con su lectura y de algún modo afianzar conocimientos de cara a su aplicación en la práctica diaria. Espero que lo disfrutéis tanto como lo hago yo.
José Luis Ávila Lafuente
Unidad de Miembro Superior
Servicio de Traumatología
Hospital MAZ Zaragoza
Editor invitado