Inicialmente, estas lesiones suelen pasar desapercibidas y evolucionan a dolor crónico de tobillo. Ante un paciente con dolor de tobillo persistente tras esguince de tobillo y un tratamiento correcto, se recomienda aplicar los estudios de imagen, TC o RM, para valorar la existencia de una lesión osteocondral(2)(4)(6)(14)(15).
En la actualidad no existe consenso sobre el tratamiento de elección. El tratamiento conservador obtiene buenos resultados en los estadios I y II de Berndt y Harty. Pero en estadios más evolucionados obtenemos sólo un 45-50% de resultados satisfactorios(3)(4), teniendo que recurrir al tratamiento quirúrgico, mediante artrotomía o artroscopia(14)(16)(17).
Para la elección de la técnica tendremos en cuenta: el grado, la edad, el tamaño y la profundidad de la lesión, el estado del hueso subcondral, la localización, el índice de masa corporal (IMC) y la demanda funcional del paciente. Se puede optar por técnicas de estimulación osteocondral (desbridamiento, curetaje o perforaciones), fijación del fragmento (en presencia de fragmentos grandes y viables) o técnicas de reemplazamiento condral (mosaicoplastia, trasplante de aloinjerto osteocondral, implantación de condrocitos autólogos o de matriz con condrocitos inducidos)(13)(15)(18)(19)(20).
Con las evidencias científicas actuales, no es posible recomendar una técnica sobre otra. En la literatura actual no hay estudios con alto nivel de evidencia y seguimiento a largo plazo para las diferentes opciones. Los estudios actuales reflejan un mejoría del dolor y mejoría de la puntuación en las escalas AOFAS y VAS, por lo que la elección de cada una de ellas se basará en el tipo, el tamaño y la localización de la lesión y las preferencias del cirujano.
En la bibliografía no hay consenso sobre el tiempo límite para reinsertar el fragmento osteocondral. Kumai et al. consideran que, a medida que aumenta el tiempo transcurrido desde la lesión hasta la intervención quirúrgica, empeora el pronóstico. Sí parece haber consenso en que es necesario desbridar y preparar el lecho óseo antes de reimplantar el fragmento y en la importancia del remanente de hueso esponjoso en el fragmento osteocondral para la viabilidad del fragmento reimplantado. Si el fragmento se encuentra en malas condiciones (conminuto, lesión condral, etc.), se aconseja la exéresis(6)(7)(8)(9)(10)(11)(12)(14)(16)(17).
En la literatura aparecen pequeñas series en las que se realiza la reinserción del fragmento osteocondral a través de un abordaje abierto: Alexander et al.(20) reinsertan exitosamente el fragmento en 4 casos. Pectina et al.(21) reinsertan el fragmento en 5 pacientes con un éxito del 80%. Kumai et al.(1) publican la serie más larga, con 27 pacientes y un éxito del 90%, entre otros casos.
En este caso, hemos realizado una reducción y reinserción del fragmento osteocondral rotado, fijándolo con dos tornillos reabsorbibles a través de un acceso artroscópico anterior.
El manejo artroscópico de estas lesiones reduce la necesidad de abordajes extensos con osteotomías maleolares, de forma que disminuye el dolor y las complicaciones relacionadas con la herida quirúrgica, reduce la estancia hospitalaria y permite un retorno a las actividades más precoz. No obstante, la artroscopia no está exenta de complicaciones y debe ser realizada por cirujanos experimentados.
Conclusión
Es importante mantener un alto índice de sospecha en el caso de dolor, tumefacción y limitación en el rango de movilidad en un paciente con esguince de tobillo. El diagnóstico precoz nos permitiría realizar tratamientos menos agresivos e incluso conservar la anatomía previa y, por ende, esperar un recuperación más rápida y un mejor resultado final, pudiendo reproducir los resultados obtenidos con este caso. La reinserción del fragmento parece ser una buena opción, siempre que sea posible, ya que restaura la anatomía y permite recuperar rápidamente la función previa.