Queridos amigos:
Es para mí un gran placer presentaros un nuevo número monográfico de REACA, nuestra revista.
Como sabéis, desde hace años la Revista Española de Artroscopia y Cirugía Articular publica de forma periódica fascículos que, como este, se centran en una temática específica. Algunos ejemplos recientes han sido los dedicados al tratamiento de las roturas irreparables del manguito, al manejo de lesiones condrales de la rodilla o a la artroscopia de tobillo.
Este número en particular destaca especialmente porque, a diferencia de los previos, contiene trabajos propios de todas las áreas que componen nuestra especialidad. De esta forma, todos y cada uno de los lectores encontrareis al menos una publicación de vuestro interés, tanto en artroscopia del miembro superior (hombro, codo y mano) como de la extremidad inferior (cadera, rodilla y tobillo).
Si os preguntáis qué elemento podrían compartir estas articulaciones en común, la respuesta es sencilla: ¡las técnicas artroscópicas! En este monográfico un selecto grupo de traumatólogos, todos ellos líderes de opinión en sus respectivas disciplinas, nos dejarán asomarnos por encima de su hombro mientras nos explican cómo abordan diferentes técnicas quirúrgicas especialmente innovadoras.
Algunos nos permitirán acercarnos por primera vez a cirugías de reciente desarrollo (como puede ser la ligamentoplastia artroscópica en la inestabilidad de tobillo(1)), otros compartirán con nosotros sus trucos para los procedimientos más complejos (como el Latarjet artroscópico(2)) y otros tantos nos darán su versión particular de cirugías que, sin ser novedosas, siguen refinándose hoy en día (como sucede con la reparación de las roturas del ligamento cruzado anterior(3)).
Cuando pienso en mi residencia y muy especialmente en los primeros años de adjuntía, suelo hacerlo con la incómoda sensación de que, siendo sincero, no sabía demasiado bien lo que estaba haciendo. No tenía claro si las decisiones que estaba tomando con mis pacientes, heredadas casi siempre de mis mayores, eran las más adecuadas. Por entonces no comprendía por qué algunos pacientes con hallux valgus se recuperaban maravillosamente, mientras que, haciendo lo mismo, otros iban “regular” (y estoy siendo generoso). ¿Qué estaba pasando?
Quizás tenía razón ese adjunto que me decía que los pies son así y que es mejor no operar ninguno. O es posible que los que a mí me parecían iguales no lo fueran tanto y el problema estuviera en la indicación. O puede que mi técnica quirúrgica no fuera tan buena como yo pensaba. El caso es que me planteé qué podía hacer para mejorar mis resultados y conseguir más pacientes felices (y más botellas de vino en la consulta).
Empecé a estudiar, a ver vídeos y a observar a otros cirujanos, con lo que aprendí a explorar, a interpretar las pruebas de imagen y a operar mejor. Naturalmente, mis indicaciones y resultados también mejoraron. Por aquel entonces, el director de esta revista decidió, afortunadamente, abandonar la artroscopia de rodilla y dedicarse a la cirugía del hombro, lo que me permitió ocupar su puesto y abandonar el mundo del juanete (agradecido para siempre, Miguel). El aprendizaje en rodilla resultó mucho más rápido, tanto por mi experiencia previa como, sobre todo, por incorporarme a la Asociación Española de Artroscopia (AEA).
Los congresos anuales, los cursos de formación, el plan nacional de formación en artroscopia con su título de experto y, cómo no, la revista que estáis leyendo ahora, fueron y siguen siendo pilares fundamentales en mi desarrollo profesional, por lo que me siento profundamente agradecido a la AEA.
Como editor invitado de este número de REACA os animo a disfrutar de su contenido, al menos tanto como lo hemos hecho en el Comité Editorial al prepararlo. Su director, revisores y editores hemos puesto el máximo interés, cariño e ilusión en su elaboración, por no hablar de los autores, que de forma generosa y desinteresada han compartido su tiempo y conocimientos con todos nosotros.
Espero de corazón que su lectura os resulte tan útil como siempre lo ha resultado para mí. Que sintáis la tranquilidad de leer que ese experto que admiráis hace lo mismo que vosotros en quirófano, la alegría de descubrir una nueva forma de abordar ese paso que siempre os resulta difícil y la emoción de aprender algo nuevo por primera vez.
No dejéis nunca de estudiar, nada resulta más gratificante.
Pablo Crespo Hernández
Sección de Miembro Inferior
Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología
Hospital Universitario Ramón y Cajal, Madrid
Editor invitado